jueves, 21 de febrero de 2013

Escribir por placer

Uno de los mayores gustos que he encontrado en la vida es escribir. La mayoría de las veces redacto para mí, para aclarar las ideas y ver desde el punto de vista de una tercera persona lo que pasa en mi vida. Cuando releo lo que anoté en algún texto es como si estuviera escuchando la plática de una amiga o, a veces, hasta de una extraña.

Soy fanática del blog. No con mucha frecuencia, porque no siempre me llega la inspiración y no se me ocurre que escribir (o escribirme). En ocasiones hago entradas para gente cercana, es como hacer una carta pero que la pueda leer cualquiera. La ventaja de escribir en un blog personal es que el escritor es libre. Libre de poner lo que se le dé la gana, o de no poner nada.

Procuro que tenga buena ortografía, aunque ocasionalmente he caído en errores fatales. Me gusta que se entienda, por lo menos que sea lo más claro posible para el mundo o para quien se tome un poco de tiempo y le da una leída a asuntos que no tendrían por qué ser relevantes en su vida. Un amigo dice que el lenguaje es un ente vivo, y por lo tanto no debe estar sujeto a reglas, pero sin esas reglas sería un verdadero desgarriate entendernos. Cuando escriben "Erez lo makzymo", me cuesta entender, así que procuro no hacerlo.


Uno de mis escritores favoritos por el estilo que utiliza en sus libros, es Gustavo Sainz. Nació el mismo día que yo, pero 40 años antes, el 13 de julio de 1940. La primera vez que lo leí fue porque me regalaron uno de sus libros: La Princesa del Palacio de Hierro. Me enamoré de su estilo coloquial y dicharachero. Y de cómo la protagonista cuenta sus aventuras, tragedias, peripecias amorosas y diversiones (algunas de ellas no muy legales). Habla sin parar, como si estuviera "chismorreando" con alguien muy cercano. Su conversación puede ir del tema más frívolo, a la revelación más íntima y estremecedora, pero nunca pierde ese toque festivo y populachero.

Creo que en el fondo me siento como la Princesa del Palacio de Hierro, pero 30 años después, por eso mis publicaciones son así, coloquiales.

Sin importar el tema, o si somos brillantes escritores, sin la necesidad de que alguien más nos lea, el escribir nos brinda la posibilidad de conocernos desde un espacio diferente. Algunas personas van al psicólogo como terapia, yo publico en mi blog. Probablemente en algunos años, cuando lea nuevamente los textos que hoy escribo, me reconozca de una manera diferente. O me encuentre nuevamente en el camino.

Por lo pronto trataré de seguir disfrutando de este gusto, que de culposo no tiene nada.



 

 

 

 

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